"Estamos en París, expuestos al mito, ya con el invierno acabando, el sueño pronto de flaneur, el ojo encapotado y la gloria de sentirse en la verdadera capital, fuera de Madrid", escribió Santiago Isla en su libro Buenas Noches. 
Son tantos los artistas, escritores, pintores, que se han quedado maravillados con esta ciudad, que podría dedicar un blog entero a explicar qué sintió cada uno de ellos. Sin embargo, hoy el o la protagonista de este artículo eres tú, que estás a punto de viajar a una de las ciudades más increíbles del mundo y buscas rincones especiales, lejos de la típica Tour Eiffel, para dejarte llevar por la magia de París. 
No sé cuántos días vas a estar en la ciudad, pero seguramente, cuando cojas el avión de vuelta, tendrás la sensación de que no haberlo visto todo. Incluso si vivieras aquí durante medio año, sentirías lo mismo. Porque aquí siempre hay algo nuevo para conocer. 
Una de las primeras paradas de tu viaje tiene que ser el Barrio Latino o, como un francés diría, Le Quartier Latin. Es el lugar donde puedes satisfacer tu apetito a precios moderados, y además rodearte del charm parisino que tanto les encanta a los turistas. Para llegar a este barrio, al corazón de París, puedes bajar en la estación de Saint-Michel u Odéon, ambas ubicadas en la Linea 4 del Metro. ¿Te recomiendo algunos restaurantes?
Le Chalet Saint-Michel: si lo que quieres es probar la comida típica, este es el lugar. Aunque en Rue de la Harpe encontrarás varias opciones del mismo estilo. Soupe à l'oignon (sopa de cebolla), fondue, raclette, boeuf Bourguignon, etc.  El menú ronda los 10€ y la atención es buena, así que ya está todo dicho. Y no olvidéis que, si queréis beber agua, no pidáis Evian u otras marcas; mejor preguntad por una carafe d'eau.
Crêperie Genia: debe ser una parada más que obligatoria en tu viaje. Tal vez sea la crepería más barata de París, pero la calidad y la cantidad son excelentes. Por 5,50€ tienes un crêpe salado, un crêpe dulce y una bebida. Y no solo eso, sino que, al contrario que la mayoría de las creperías aquí, en esta puedes comer dentro del local. Está en 7 Rue de la Harpe. 
Mulberry Street: no es el lugar típico para comer quesos, pero aquí he probado el mejor assiette de fromages de la ciudad. Es un restaurante italiano y, por lo tanto, la oferta de quesos es italiana (burrata, scamorza, etc.). Por 19€ tienes una tabla para dos personas y puedo asegurar que es suficiente. Está en 20 Rue de la Huchette, una calle que además tiene mucha historia. Después de la comida, acércate a la Rue du Chat qui Pêche (la calle del gato que pesca) y descubre la leyenda
Tran Tran Zai: no tiene nada que ver con Francia, pero es uno de los mejores ramen que he probado en la vida, y está solo a dos minutos del Panteón. La mayoría de los platos rondan los 12€ y están deliciosos. El ambiente es joven, ya que se trata de una zona universitaria y, en concreto, este restaurante está prácticamente detrás de la Facultad de Derecho de la Sorbonne. Se encuentra en 3 Rue de l'École Polytechnique. ​​​​​​​
No muy lejos del Barrio Latino, tienes Le Marais, popularmente conocido como el barrio judío y, al mismo tiempo, el barrio gay. Para llegar, tienes que coger la Línea 1 hasta Saint-Paul. Una vez allí, puedes perderte por sus calles impregnadas de olor a pâtisserie yiddish. Aunque viniendo de Madrid no te sorprenderá, París tiene una enorme oferta gastronómica y uno de los atractivos turísticos de la ciudad es descubrir esos sabores especiales. Sin duda, si eres fan del shawarma y del falafel, debes ir a l'As du Falafel, uno de los lugares más emblemáticos de este barrio. A los parisinos les encanta y a mí también.
Respecto a la cultura, si tienes menos de 26 años, entrarás gratis a prácticamente todos los museos, excepto a la Opera Garnier (12€, y vale mucho la pena pagarlos) y a la Torre Eiffel (13,40€). Uno de los museos que más recomiendo es el Centre Georges Pompidou, ubicado en la Línea 1 (Châtelet u Hôtel de Ville). Se trata de un centro cultural que aloja un museo de arte contemporáneo lleno de obras muy interesantes, algunas de ellas interactivas. 
En cuanto a la famosa Torre Eiffel, es evidente que debe ser una visita fundamental, pero es mucho más bonita desde abajo. Si bien no hay otro edificio de París que tenga unas vistas tan privilegiadas, el contra de subir es que en el skyline que te ofrece no verás la misma Torre Eiffel. Si lo que quieres es entender París desde las alturas, te recomiendo subir: a la terraza de las Galerías Lafayette Coupole (40 Boulavard Haussmann), a la terraza del Arco de Triunfo o a la Basílica de Sacré Coeur
Si ya has visitado París y te apetece hacer un viaje más local, no olvides que también hay muchos parques donde desconectar del ruido de la ciudad. Uno de mis favoritos es la Coulée Verte, una especie de viaducto que pasa por encima del nivel de la calle y que llega hasta la Plaza de la Bastilla. Si te alojas por la zona (12ème Arrondissement), deberías también visitar el Marché d'Aligre, un mercado que se instala en la Rue d'Aligre todas las mañanas (excepto los lunes). Pasear por las calles que rodean Bastille es una maravilla, ya que están llenas de tiendas de antigüedades, reliquias, libros y obras de arte. ​​​​​​​
Y si después de visitar todo lo anterior tienes tiempo para una copa, recuerda las palabras de Hemingway: "París era una fiesta". ¿Te la vas a perder? 
Te invito a pasear por la zona de Grands Boulevards (Línea 8) y descubrir el ambiente que se esconde en sus pasadizos ocultos. Otra opción es, cerca de République (Línea 8), ir a un bar secreto que se llama l'Épicier. Desde fuera parece una tienda de productos de alimentación árabe, pero lo que no sabes es que un paquete de couscous te abre la puerta a una coctelería muy especial e íntima. 
En conclusión, París es mucho más que la ciudad del amor. También hay fiesta, comida, arte, amigos, música. Es la ciudad de todo lo que puedas imaginar. Por eso, te invito a viajar a París el máximo de veces que puedas en tu vida y, sobre todo, mientras seas joven.  
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